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Enzo Barzola, el canto como destino

Enzo Barzola

Enzo Barzola, con su voz y el corazón puesto en cada paso.

A veces, los caminos más genuinos no empiezan con una herencia ni con una tradición. Empiezan con una voz temblorosa en un acto escolar, o con una sobremesa familiar en la que alguien, por primera vez, se anima a cantar delante de todos. Así fue para Enzo Barzola, de 26 años, cantante paranaense que supo convertirse en una de las voces de referencia en la cumbia local con Pont A Bailar y que hoy apuesta todo a su carrera solista.

“Comencé a cantar de muy chico, lo hacía en actos escolares, pero siempre con vergüenza. En mi familia no hubo influencia musical; hoy por hoy, la influencia, se podría decir, soy yo”, cuenta Enzo con sinceridad a ANÁLISIS.

No fue una revelación instantánea. Recién a los 14 años entendió que la música no iba a ser solo una actividad ocasional, sino parte de su identidad. “Ese día habíamos hecho una comida con toda la familia. Nadie sabía que yo cantaba, solo mamá, papá y mis hermanos. Me hicieron cantar delante de todos. Tenía mucha vergüenza, pero cuando empecé, provocó una emoción muy fuerte. Todos terminaron llorando, no podían creer lo que estaba haciendo. Ahí fue un quiebre total. Dije: esto es lo que quiero para mí”.

Con 16 años, Enzo ya recorría los escenarios locales. Formó parte de varias bandas del circuito paranaense como corista, hasta que llegó su oportunidad como voz principal. “Estuve primero en El Sueño, después en La Decisión y La Potencia Musical. Fueron etapas cortas, pero muy valiosas: conocí gente con la que todavía tengo muy buena relación. Aprendí mucho de cada grupo”, valora Barzola.

Esa búsqueda encontró su cauce cuando fue convocado a Pont A Bailar, una banda de cumbia pop de Paraná. “En Pont fue diferente. Fueron ocho años compartiendo ensayos, shows, comidas, emociones. Disfrutamos, lloramos, peleamos. Como en cualquier familia. Me hicieron crecer como músico y como persona. Hoy esa etapa se cerró, cada uno tomó su camino, pero me fui con la tranquilidad de haber dado todo. Estoy agradecido de haber formado parte”, destaca.

El paso siguiente fue tan natural como desafiante: comenzar a andar solo. “No fue una decisión fácil, pero era hora de pensar en mí, de buscar lo mejor para mí. Hoy estoy acompañado por gente que busca lo mismo que yo. Tenemos las mismas ideas, las mismas ganas”, afirma el cantante.

 

El salto a lo propio

Su etapa solista no es solo un cambio de nombre o de formato: es también una declaración de principios. “Busco salir de mi zona de confort. Quiero que, con mi música y con la gente que estoy laburando ahora, podamos llegar a todos los rincones posibles de Argentina. Quiero que la gente me vea y me conozca tal cual soy: auténtico, transparente, sin filtro. Quiero llegarles de alguna forma, que se sientan identificados”, augura el paranaense.

Esa búsqueda también se expresa en lo estético. Enzo entiende el juego de las redes sociales, y lejos de renegar de ellas, las asume como una herramienta poderosa. “Hoy, si no tenés redes, no te conocen. Le estamos metiendo mucho trabajo a eso, con un equipo que se dedica al marketing digital. Pensamos campañas, estrategias, cómo lanzar una canción, cómo mostrar un adelanto que despierte intriga. No se trata solo de sacar temas, sino de generar una conexión”, dice el entrevistado.

Como muchos artistas emergentes, Enzo no encasilla su música en un único género. “Hoy hay muchas bandas y músicos que admiro, de los que trato de sacar algo. Me inspiran Ke Personajes, The La Planta, La T y La M. De todos intento aprender y adaptarlo a mi estilo, hacerlo propio”, considera.

Mientras trabaja en sus canciones –tanto covers como composiciones propias–, el enfoque está puesto en generar un universo emocional. “Quiero que cada tema tenga un sentido, una historia. Que no sea solo una canción más. Y que quien lo escuche pueda sentirse reflejado en eso que estoy contando”.

Para llegar hasta acá, Enzo combinó siempre el arte con el trabajo. Mientras tocaba con su banda, también repartía pedidos, atendía en un local de comidas o trabajaba en atención al público. “Pasé por muchos rubros. Ahora trabajo en una desarrolladora, en la parte administrativa. Los dos mundos se parecen: hay que laburar para sobrevivir, para mantenerse y para poder darse gustos. El equilibrio está en no soltar ninguna de las dos cosas. Ser constante, perseverante. Trabajar mucho para eso que uno quiere”, considera.

No todo es fácil. Como en cualquier camino vocacional, hay días de duda, cansancio o frustración. En esos momentos, Enzo encuentra fuerza en su entorno. “Estoy rodeado de gente muy buena: mi familia, mis amigos. Cuando siento alguna flojera, me apoyo en ellos. Mi mayor motivo es mi familia, sin ninguna duda. Todo lo que hago es por y para ellos”, remarca el artista.

A diferencia de quienes persiguen la fama, Enzo elige otra palabra: persistencia. “Sueño muchas cosas, pero hoy vivo el presente. Trabajo, me esfuerzo y busco eso que tanto quiero. Puede pasar mañana o dentro de diez años. Pero lo importante es no aflojar. El que abandona no tiene premio”.

 

La emoción que no se olvida

Cuando le preguntamos por un show inolvidable, recuerda el evento Viví Paseo 25 de Mayo, en diciembre del año pasado, ante más de 20 mil personas. “Fue increíble. Tocamos después de Virus y antes de The La Planta. La conexión con el público fue única. Ese ida y vuelta me marcó y todavía se me eriza la piel al recordarlo. Fue uno de esos momentos que confirman por qué hacés lo que hacés”, considera Barzola.

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