Las controversias que han generado las antenas de telefonía tiempo atrás -y que siguen generando hoy- parece un tema de nunca acabar. Hay razonamientos disímiles en el ámbito científico. Y los vecinos, obviamente, quedan en medio de un mar de dudas e incertidumbre.

El programa de televisión “Cuestión de Fondo” (Canal 9, Litoral) intentó conocer datos sobre los niveles actualizados de radiación de las antenas ubicadas en la provincia.

Precisamente, el índice de radiación representa uno de los puntos de controversia en el mundo de la ciencia. Sin embargo, la tarea de obtener información actualizada de dichas radiaciones resultó compleja.

El Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) es el organismo encargado de llevar las mediciones periódicas en territorio argentino. En su página web presenta un apartado de los diferentes niveles de radiaciones en todas las localidades de nuestro país. La mayor parte de niveles de radiaciones es Bajo o Muy Bajo en toda nuestra provincia. Sólo en algunos lugares puntuales de determinadas ciudades, figura el nivel Medio. Sin embargo, dichos datos relevados no son de hoy: corresponden a marzo y mayo de 2019.

La explicación que se brinda desde el ENACOM, es que el organismo posee pocos equipos móviles de control de radiaciones, con los que debe recorrer y relevar todo el país. Por ello, siempre según aquella postura, dichos controles no se realizan con mayor frecuencia.

El ¿impacto? en la salud, vista por científicos entrerrianos

Esteban Rossi es un reconocido bioingeniero de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) y ha venido trabajando desde hace tiempo sobre las antenas de telefonía y su impacto en la salud. El profesional explicó a “Cuestión de Fondo” que “una consecuencia muy importante que tienen las radiaciones son el efecto co-cancerígeno, ya que afectan al mecanismo que tiene nuestro organismo para sobreponerse a las evoluciones neoplásicas. Al afectarse ese mecanismo, quedamos indefensos frente a la posibilidad que haya evoluciones neoplásicas. En determinada edad se dan esas evoluciones en nuestros tejidos y nosotros tenemos mecanismos para neutralizarlas, pero las radiaciones deterioran esos mecanismos y estamos frente a un efecto co-cancerígeno que nos pone en debilidad frente a la evolución del cáncer”.

Sin embargo, no todos piensan igual. Fabio Vincitorio es ingeniero en Electrónica y docente e investigador de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Regional Paraná. Según explicó, “los fotones transportan energía y cuanto más alta es la energía, más peligrosos son. Pero los fotones asociados a la radiación electromagnética de la telefonía celular no tienen energía individual. Es tan baja la cantidad de energía, que no tienen ningún efecto sobre el entorno biológico o químico”.

“Los efectos en la salud de las ondas electromagnéticas en el tema de telefonía celular, debe ser de los temas más estudiados en los últimos veinte años. Desde el principio existió en la sociedad la preocupación y temor por el uso intensivo en las antenas de telefonía. Hay que entender que ha cambiado muchísimo la tecnología estos veinte años y que se fue haciendo un seguimiento continuo en estos sistemas tecnológicos y su impacto en el entorno. En todo el mundo existen normas muy bien establecidas que definen el marco regulatorio para utilizar este tipo de señales”, observó.

Para Vincitorio, “las radiaciones electromagnéticas no tienen un efecto directo sobre la estructura del ADN o sobre el cuerpo humano. A la fecha, no hay evidencia científica que demuestre que pueda tener un efecto biológico o químico sobre el entorno. No hay ninguna investigación a nivel mundial que demuestre lo contrario”.

Ley obsoleta

Según explicó en el programa “Cuestión de Fondo” el bioingeniero Rossi, los máximos niveles de radiación que están permitidos para que las antenas generen en los lugares donde prestan servicios, emana de una resolución del año 1995 del Ministerio de Salud de la Nación. “Esa resolución basa sus límites máximos en estudios científicos de fines de los años ’80 y principios de los ’90, cuando la telefonía celular era prácticamente un lujo; cuando no había la cantidad de celulares que tenemos en la actualidad y donde había muy pocas antenas. Hoy por hoy, la situación ha cambiado muchísimo, pero la normativa de los niveles de exposición sigue siendo la misma y esa es una gran debilidad que posee la resolución. Hay países que han tomado medidas, como Italia y Rusia. El caso de esta última, por ejemplo, bajó los niveles máximos que esas antenas pueden emitir y la comunicación sigue siendo posible. Hoy, Rusia tiene un nivel 500 veces más bajo que lo que se permite en Argentina”.

Entre Ríos: Ley desactualizada y que ni siquiera se cumple

El bioingeniero reclamó que, además de no estar actualizada la normativa, en Entre Ríos ni siquiera se cumple: “La ley 10.383 de nuestra provincia (Regulación de antenas), establece que, a tres radios de la altura de la antena, no puede estar ubicada ninguna escuela, hospital o edificio declarado patrimonio histórico. Si la antena es de 50 metros, a un radio de 150 metros no puede haber ni escuelas ni instituciones de salud. Sin embargo, por citar un ejemplo, en Paraná no se cumple. Frente al Municipio de la capital entrerriana hay una antena pegadita a la Escuela Normal y esa estructura sigue existiendo. La Municipalidad de Paraná, que adhirió a la ley provincial, no la cumple. Esta situación se repite en muchas localidades entrerrianas que hemos relevado: La Paz, Diamante, Aldea Brasilera y un montón de pueblos donde la antena está al lado de la Escuela o del Centro de Salud”.

Además de lo “desactualizada” que ha quedado la ley, Rossi entiende que existen otros agravantes: “Los Municipios y la Provincia no cuentan con personal capacitado para entender la complejidad de la situación y el nivel de daño al que esto nos expone. Además, el poder de lobby de las empresas de telecomunicaciones es muy grande”.

“Nosotros, como investigadores de la UNER y como ciudadanos de a pie, sólo nos queda pedir a los Ejecutivos provincial y municipales, así como los Concejos Deliberantes, que deben tomar acciones, ya que son ellos los que tienen la responsabilidad de hacer cumplir las leyes”, explicó.

Incertidumbre de vecinos entrerrianos

Cuando un grupo de vecinos o instituciones de una localidad tiene dudas sobre los efectos o niveles de radiaciones de una determinada antena, elevan nota -a través del Municipio- al ENACOM. A partir de allí, el organismo nacional toma cartas en el asunto y organiza una visita (según la disponibilidad de tiempo de sus técnicos) para despejar dudas y realizar nuevos controles a las estructuras emisoras.

Ello ocurrió hace poco más de un año en María Grande. A partir de la inquietud de vecinos, el ENACOM arribó a la localidad y efectuó mediciones en las zonas donde estaban ubicadas las antenas, además de brindar una charla para alumnos de la ciudad.

Según contó el intendente Héctor Solari a “Cuestión de Fondo”, las mediciones realizadas en dicha oportunidad dieron dentro de los parámetros normales y respetando los máximos estipulados por ley.

La iniciativa popular que busca cambiar la ley

Desde hace varios meses, el grupo “CORTe” (Ciudadanos Organizados para Regular Telecomunicaciones), trabaja con el objetivo de presentar una propuesta ante el Congreso nacional. Se trata de una iniciativa popular que, confían, se convertirá a futuro en una nueva ley “de presupuestos mínimos de prevención y control de la contaminación electromagnética”.

“Es una ley faltante en nuestro país y que se torna imprescindible a partir del creciente número de personas que manifiestan intolerancia a la radiación electromagnética”, sostiene el borrador de la iniciativa.

Controlar y auditar, siempre

Si bien entiende que a la fecha “no se ha comprobado un riesgo para la salud”, el Ingeniero Vincitorio subrayó que existen normativas y leyes que deben ser respetadas y controladas. “A todas las antenas hay que auditarlas, controlarlas e inspeccionarlas, tanto por los niveles de radiación, como el mantenimiento estructural de esos sistemas ya que sería grave el daño que podría generar si una de ellas se cae al suelo”.

Para cerrar, el ingeniero brindó un ejemplo: “El Túnel Subfluvial es una obra fantástica de ingeniería y que ha durado más de lo que fue planteado en su origen. Hoy continúa en funcionamiento porque se siguen haciendo los controles y mantenimientos necesarios. El estado funcionó excelentemente bien y no dejó lugar a dudas”.