
Imagen brindada por el Museo Histórico de la familia Aceñolaza, Villa Urquiza.
Enrique Viale y Jorge Daneri
En 1953 en el paraje El Espinillo, cerca de la bella Villa Urquiza en el Departamento Paraná, Entre Ríos, un grupo de vecinos acababa con la vida de un Yaguareté, luego de lograr acorralarlo y así ultimarlo, recuerda María Eugenia Wippich, en su precioso libro Villa Urquiza en el recuerdo, historias y poemas inspirados en la Villa.(Ed. Apasionarte, Tigre, 2022)
Había disfrutado del ganado y otros seres no humanos en la región que en esos tiempos habitaba, seguramente aprovechando de las inmensas selvas en galería enraizadas en las barrancas junto al gran río y sus montes casi inexpugnables, todos habitantes de los territorios de aquella provincia insular.
Sí, un Yaguareté por aquí mucho más al sur de lo que creemos saber.
Aún los pueblos no tenían conciencia de lo que significaría matar a quien fuera el rey de Abya Yala, -gran parte de América-, menos que no mas de cincuenta años después estaría en vías de extinción.
En 1935, se anticipaba en el Parque Urquiza en la ciudad de Paraná, desde el hierro en una escultura, el proceso social, cultural quizás, de mala política, su exterminio. Es lo que se debate y pretende en estos tiempos evitar, su extinción. El Yaguareté contempla el río desde las alturas, indestructible en el hierro, destruido en la vida y sus ecosistemas. ¿Cuántas veces el arte anticipa la desolación?.
"La obra del yaguareté fue donada por Leopoldo Melo y es una de las dos grandes copias metal que existen en el país; fue realizada por el escultor Emilio J. Sarniguet y es interesante ver cómo pudo acoplarse a este parque, así como en Buenos Aires, en Parque Chacabuco, que es donde está la otra copia”, expone la Arquitecta Mariana Melhem.
En la Corte Suprema de Justicia de la Nación, obra -no sabemos bien, si como la ratificación de la escultura, fría, inexpresiva, sin vida, o quizás contemplando en el horizonte un arco íris de esperanzas- un expediente sosteniendo la acción judicial liderada por una organización ecologista*, que intenta ejercer para su cumplimiento y aplicación el derecho deber constitucional de la ética del cuidado mutuo entre los seres humanos para con los no humanos, algo así como pensando en los aún por nacer, por venir, el porvenir, la equidad intergeneracional.
Las madres, padres e hijos Yaguareté, como algunos humanos seres que no existimos en las encuestas o indicadores político electorales de estas coyunturas, estamos esperando que despierte el Expediente y con él, fundamentos y firmas responsables y así, sí así las primaveras de las vidas, que renazcan desde las cenizas y las motosierras, las selvas, los montes, los poemas nuevos escritos en sus lenguas por las jóvenes originarias y campesinas, por las maestras rurales; y el Yaguareté y sus mundos puedan volver a ser, no una o más esculturas, sino arte viviente de celebración del misterio y milagro de ser lo que debemos ser.
Y esa imagen del Yaguareté en villa Urquiza, podrá pintarse como el anticipo de celebración de nuevos cumpleaños para con los ahora bienvenidos desde la entrañas de la Pachamama. Quizás también los Yaguarundí recientemente salvados y protegidos en la misma Villa, anuncian la concreción de estas esperanzas, como una primera aventura secreta de diálogos de saberes y experiencias entre el Yaguarundí y el Yaguareté.
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* Enrique Viale y Jorge Daneri, son miembros de la Asociación Argentina de Abogadas/dos Ambientalistas y del Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial. (CAJE).
*Causa 1582/2019, FUNDACIÓN GREENPEACE ARGENTINA c/ SALTA, PROVINCIA DE Y OTROS s/AMPARO, (CSJ 001582/2019-00).